ALGODÓN DE AZÚCAR
Sobre un cielo pastel, alejados de la reinante felicidad que les rodea en su destino de parias, Gus y Peck observan cumplidores los dictados de un mundo en el que la pluralidad les ha otorgado su peor parte.
Pertenecen a esa clase de desposeídos cinematográficos que nos ofrecen ternura, nos conmueven y nos arrastran emocionalmente hacia lo mejor de nosotros mismos.
Son el algodón, aquí agridulce, de una feria de la vida cualquiera.
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