Lo más humillante que puede sucederle a una escena dramática, es que resulte patética y provoque la carcajada.
Lo más lamentable que puede ocurrirle a un actor ( Sean Penn, en este caso ), es pasar por una película sin que el público entienda qué diablos hace ahí y resultar prescindible.
Lo más funesto que puede acaecerle a un espectador, es quedar amarrado a la butaca 103 minutos esperando alguna clase de luz, algún destello que confirme la pretendida originalidad, en una historia de principio prometedor pero, después, terriblemente mal contada.
Apocalíptica ciencia ficción, thriller y amor se mezclan sin que los dos primeros aporten nada más que un sinsentido a, la ya de por sí, oscura trama romántica salpicada de metáforas inescrutables.
Suspende, a pesar de Joaquin Phoenix, que pone empeño y lo hace bien.
Suspende, a pesar de la fotografía.
Y lo hace, a pesar de haber escuchado "Una furtiva lágrima". Seguramente, premonitoria inclusión a lo que acontecerá en la sala después de proyectada la película.
Y lo hace, a pesar de haber escuchado "Una furtiva lágrima". Seguramente, premonitoria inclusión a lo que acontecerá en la sala después de proyectada la película.
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