Siempre me han atraído este tipo de dibujos.
Cabezas grandes, formas redondeadas, ojos expresivos de brillantes pupilas, son el paradigma de frescura e inocencia infantil y como tales nos ganan inevitablemente la partida del corazón.
Alma lo sabe, lo utiliza, y consigue quizá el único tanto a su favor porque la historia peca de previsible desde los primeros minutos.
Adivinar un final desde el principio y un regusto a déjà vu en animación y argumento no se presta a dejarnos encajar más triples.
Adivinar un final desde el principio y un regusto a déjà vu en animación y argumento no se presta a dejarnos encajar más triples.
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