martes, 1 de febrero de 2011

FRANCISCO, JUGLAR DE DIOS (1950)

SIMPLICIDAD


Resulta difícil sin una previa aproximación a la figura de Francisco de Asís llegar a entender y apreciar la simplicidad franciscana primitiva.

A falta de este requisito, corremos el riesgo de contemplar la película como una mera sucesión de episodios donde lo anecdótico ( las extravagancias de Fray Junípero o la extrema ingenuidad de Juan ), cobra un especial protagonismo.

El carisma de Francisco, su vuelta al Evangelio puro cuyos axiomas principales son la fraternidad y la pobreza, se materializa en escenas simples, sin notables interpretaciones, parcas de atavío y, aparentemente, hijas de un guión dejado al azar.

Y no obstante, consigue sorprendernos porque la sencilla y consciente aceptación de la penuria, la humillación y la hermandad en la alegría nunca deja indiferente.

Quizá se trataba de rodarla así.





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