TENDENCIAS
Para los que en nuestra infancia leímos la novela la decepción será, sin duda, el sentimiento predominante.
Partiendo de una idea principal el guión se desmarca inventando personajes y situaciones que transforman la película en una almibarada parodia del original.
Los papeles se desdibujan, la fuerza y dureza narrativas desaparecen en pos de un desenlace acorde con los gustos y tendencias de la época.
Pero no seamos ingratos.
Estamos en 1939, no hemos leído nada y tenemos a Shirley Temple.
Imposible sustraerse a su encanto.
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