lunes, 14 de febrero de 2011

LA PEQUEÑA PRINCESA (1939)

TENDENCIAS


Para los que en nuestra infancia leímos la novela la decepción será, sin duda, el sentimiento predominante.

Partiendo de una idea principal el guión se desmarca inventando personajes y situaciones que transforman la película en una almibarada parodia del original.

Los papeles se desdibujan, la fuerza y dureza narrativas desaparecen en pos de un desenlace acorde con los gustos y tendencias de la época.

Pero no seamos ingratos.
Estamos en 1939, no hemos leído nada y tenemos a Shirley Temple.

Imposible sustraerse a su encanto.

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