¡BIENVENIDO, RATONCITO!
Corto Disney basado en la fábula atribuida a Esopo, en la que se opone la vida sencilla y tranquila del campo a la peligrosa -aunque opulenta- de la ciudad.
La moraleja nos dice que mayormente son más dichosos los que se conforman con poco que los poderosos, ya que las riquezas sólo muestran una falsa felicidad pues están llenas de amarguras.
Y es que está claro. Mejor comerse la rica y segura mazorca en el campo que arriesgarse a probar "sospechosos" alimentos de tentadora presencia -hoy en día hasta los perros comen beicon- y no hablemos de la confusión que puede traer consigo el aventurarse a salir a la calle de compras. El amable provinciano, acostumbrado como está al único colmado del pueblo, seguro que se embarulla y ve la misma cara en todos y cada uno de los mancebos.
¡Bienvenido, ratoncito! Seguro que nos alegraremos.
sábado, 13 de julio de 2013
jueves, 11 de julio de 2013
CABARET (1972)
ABURRIDA
Considerada como una de las mejores películas de la historia, nadie duda del éxito que tuvo en su momento -y que todavía perdura- su banda sonora.
Pero no hay que olvidar que, aparte de los números musicales, existe también una historia dramática y ésta se antoja aburrida, previsible y hasta, en algunos momentos, efectista e ingenua.
La pareja -por no hablar del trío- formada por Minelli y York no funciona, la química entre ellos es inexistente y consiguen hastiar hasta el punto de importarnos muy poco lo que hagan o dejen de hacer. Nos dejan indiferentes y vacíos de cualquier poso sentimental.
Tampoco se queda atrás la relación entre la rica judía y el, en un principio, "cazafortunas". Imagino que para compensar el descalabro que sufriría la pareja protagonista, se decidió dotar de un final feliz, al menos, a parte del elenco.
Lástima que la solución encontrada para salvar el "pequeño inconveniente" que les separaba sea tan pueril y carente de imaginación. Heredar la fortuna de un tío de América hubiera sido igual o más original.
Con respecto a la tan alabada puesta en escena del trasfondo histórico, éste se limita a una serie de manidas escenas en montaje paralelo que, si bien tratan de crear en el espectador la sensación del horror que se avecina, presentan al cabaret -y por extensión al mundo exterior- como un orbe disipado, ocioso y decadente, empeñado en vivir a espaldas de la realidad.
Considerada como una de las mejores películas de la historia, nadie duda del éxito que tuvo en su momento -y que todavía perdura- su banda sonora.
Pero no hay que olvidar que, aparte de los números musicales, existe también una historia dramática y ésta se antoja aburrida, previsible y hasta, en algunos momentos, efectista e ingenua.
La pareja -por no hablar del trío- formada por Minelli y York no funciona, la química entre ellos es inexistente y consiguen hastiar hasta el punto de importarnos muy poco lo que hagan o dejen de hacer. Nos dejan indiferentes y vacíos de cualquier poso sentimental.
Tampoco se queda atrás la relación entre la rica judía y el, en un principio, "cazafortunas". Imagino que para compensar el descalabro que sufriría la pareja protagonista, se decidió dotar de un final feliz, al menos, a parte del elenco.
Lástima que la solución encontrada para salvar el "pequeño inconveniente" que les separaba sea tan pueril y carente de imaginación. Heredar la fortuna de un tío de América hubiera sido igual o más original.
Con respecto a la tan alabada puesta en escena del trasfondo histórico, éste se limita a una serie de manidas escenas en montaje paralelo que, si bien tratan de crear en el espectador la sensación del horror que se avecina, presentan al cabaret -y por extensión al mundo exterior- como un orbe disipado, ocioso y decadente, empeñado en vivir a espaldas de la realidad.
miércoles, 10 de julio de 2013
LA MALA SEMILLA (1956)
PESE A LAS FORMAS, INTERESANTE
De tintes sombríos, este melodrama aborda el tema de la psicopatología infantil decantándose por la idea de que son los genes quienes determinan los comportamientos antisociales.
La historia, que podría haber dado mucho de sí, queda sin embargo irremediablemente lastrada por un excesivo celo narrativo que se traduce en escenas superfluas demasiado largas y actuaciones muchas veces teatrales.
Tampoco ayuda mucho, a la hora de valorar la película en su conjunto, el que conozcamos demasiado pronto "la verdad", hecho que le resta intriga; así como su final, tremendamente absurdo y moralista.
Mención aparte merecen los minutos -una vez finalizada la cinta- donde se nos presenta a los actores, añadido que se nos antoja digno del sonrojo.
En pocas palabras, interesante por su temática aunque desaprovechada, debe ser tenida en cuenta dentro de la dilatada carrera de Mervyn LeRoy.
De tintes sombríos, este melodrama aborda el tema de la psicopatología infantil decantándose por la idea de que son los genes quienes determinan los comportamientos antisociales.
La historia, que podría haber dado mucho de sí, queda sin embargo irremediablemente lastrada por un excesivo celo narrativo que se traduce en escenas superfluas demasiado largas y actuaciones muchas veces teatrales.
Tampoco ayuda mucho, a la hora de valorar la película en su conjunto, el que conozcamos demasiado pronto "la verdad", hecho que le resta intriga; así como su final, tremendamente absurdo y moralista.
Mención aparte merecen los minutos -una vez finalizada la cinta- donde se nos presenta a los actores, añadido que se nos antoja digno del sonrojo.
En pocas palabras, interesante por su temática aunque desaprovechada, debe ser tenida en cuenta dentro de la dilatada carrera de Mervyn LeRoy.
lunes, 8 de julio de 2013
VIDA DE OHARU, MUJER GALANTE (1952)
EL TIEMPO CIRCULAR
Si por algo nos gustó Vida de Oharu, mujer galante es por su peculiar belleza plástica que evoca en el observador el refinamiento de los grabados japoneses.
Una forma de hacer cine en la que destaca el movimiento horizontal de la cámara creando escenas que acentúan los momentos de mayor dramatismo.
Mizoguchi confronta a sus personajes, juega con el encuadre, y transmite al espectador la tensión del melodrama gracias a esa buscada oposición entre fuerzas contrarias.
De estructura circular -comienza y finaliza en el mismo punto- y episódica, Oharu, rememora su desdichada vida desde el shogunato donde ejerce de cortesana hasta los prostíbulos de las afueras de Tokio en que acaba vendiendo su cuerpo.
Sus momentos de felicidad siempre se muestran breves en comparación con los bloques secuenciales más dramáticos y, sin lugar a dudas, este tipo de decisiones a la hora de rodar refuerza la concepción pesimista y trágica del filme.
La figura de la mujer sometida a los arduos estamentos de la férrea sociedad feudal japonesa. Una denuncia pasiva y de la que desde el principio intuimos, no hay defensa posible para la heroína.
Si por algo nos gustó Vida de Oharu, mujer galante es por su peculiar belleza plástica que evoca en el observador el refinamiento de los grabados japoneses.
Una forma de hacer cine en la que destaca el movimiento horizontal de la cámara creando escenas que acentúan los momentos de mayor dramatismo.
Mizoguchi confronta a sus personajes, juega con el encuadre, y transmite al espectador la tensión del melodrama gracias a esa buscada oposición entre fuerzas contrarias.
De estructura circular -comienza y finaliza en el mismo punto- y episódica, Oharu, rememora su desdichada vida desde el shogunato donde ejerce de cortesana hasta los prostíbulos de las afueras de Tokio en que acaba vendiendo su cuerpo.
Sus momentos de felicidad siempre se muestran breves en comparación con los bloques secuenciales más dramáticos y, sin lugar a dudas, este tipo de decisiones a la hora de rodar refuerza la concepción pesimista y trágica del filme.
La figura de la mujer sometida a los arduos estamentos de la férrea sociedad feudal japonesa. Una denuncia pasiva y de la que desde el principio intuimos, no hay defensa posible para la heroína.
lunes, 1 de julio de 2013
EL TELEVISOR (TV) (1974)
VIGENCIA
Hay que reconocer la valentía de Ibáñez Serrador -en aquellos lejanos 70- a la hora de poner en tela de juicio los valores de un medio donde él mismo se movía y sentenciarlo tan duramente.
La televisión (o por extensión cualquier otro medio de comunicación) actúa como reflejo de lo que queremos, de lo que demanda el público, y quizá se atenúe la violencia o el sexo, pero el mal gusto no, porque eso no se puede prohibir, ni juzgar, ni censurar.
Por lo tanto, si por algo debe ser reconocido El televisor es por la indiscutible vigencia que sigue manteniendo la enorme crítica que en su momento supuso el guión para el medio televisivo.
No podemos olvidar la importancia que a nivel social sigue teniendo la televisión y la influencia que todavía ejerce sobre los espectadores. El episodio entonces, aborda el problema que ha existido siempre y sigue existiendo en todos los medios de comunicación, y que no es otro que la alienación que se produce en el espectador cuando éste asume sin ningún tipo de criterio la información e ideas que le transmiten.
Enrique -el protagonista- cree estar disfrutando por fin de su sueño, pero este acabará por convertirse en la rutina más dura que lo aislará dentro de su propia casa.
¿Muy alejado de la realidad?
No, mientras sigamos afirmando que algo ha ocurrido realmente porque lo hemos visto en televisión.
Hay que reconocer la valentía de Ibáñez Serrador -en aquellos lejanos 70- a la hora de poner en tela de juicio los valores de un medio donde él mismo se movía y sentenciarlo tan duramente.
La televisión (o por extensión cualquier otro medio de comunicación) actúa como reflejo de lo que queremos, de lo que demanda el público, y quizá se atenúe la violencia o el sexo, pero el mal gusto no, porque eso no se puede prohibir, ni juzgar, ni censurar.
Por lo tanto, si por algo debe ser reconocido El televisor es por la indiscutible vigencia que sigue manteniendo la enorme crítica que en su momento supuso el guión para el medio televisivo.
No podemos olvidar la importancia que a nivel social sigue teniendo la televisión y la influencia que todavía ejerce sobre los espectadores. El episodio entonces, aborda el problema que ha existido siempre y sigue existiendo en todos los medios de comunicación, y que no es otro que la alienación que se produce en el espectador cuando éste asume sin ningún tipo de criterio la información e ideas que le transmiten.
Enrique -el protagonista- cree estar disfrutando por fin de su sueño, pero este acabará por convertirse en la rutina más dura que lo aislará dentro de su propia casa.
¿Muy alejado de la realidad?
No, mientras sigamos afirmando que algo ha ocurrido realmente porque lo hemos visto en televisión.
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