viernes, 12 de abril de 2013

EL ÚLTIMO (1924)

LA ÚLTIMA CARCAJADA

La historia del anciano portero que se ve privado de su trabajo y degradado a otro más humilde, destaca por su patetismo extremo.

Mientras que la puerta de entrada al hotel gira una y  otra vez  -constatando que la vida sigue, inmune a las desgracias individuales-  el sistema de valores de nuestro protagonista se desmorona al ser despojado de la pieza en la que fundamenta su status: el uniforme.
Sólo quedaba la muerte...

Quizás pudo acabar todo en esos lavabos  -mayor humillación no cabe para alguien obsesionado en cómo lo ven los demás-  pero la historia posee unos minutos finales dignos de mención aparte.

¿Cuál fue el objeto de semejante epílogo?
 
La forma de rodarlo  -demasiado alegre, demasiado apresurada, "metida con calzador"-  nos habla precisamente de lo contrario a lo que estamos viendo y refuerza la idea de fracaso.
Nos está diciendo que eso no ocurrió, que cuando uno cae cuesta abajo  - en esta sociedad, en el pasado y en el futuro-  la fortuna se muestra tan comprensiva como la parca con los moribundos.

Aunque, para qué negarlo, yo haya disfrutado con el inesperado desquite de nuestro protagonista.

Poderoso caballero es Don Dinero.

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