miércoles, 16 de abril de 2014

LA MUERTE DE UN BURÓCRATA (1966)

TRIBULACIONES POST MORTEM

Había una vez un obrero ejemplar que fue enterrado con su carnet laboral... así comienza esta muy bien construída sátira sobre la burocracia cubana de los años posteriores a la revolución.

Si alguna vez alguien dijo que "hacer buen cine" es lograr que el espectador se identifique con la historia que se nos está contando, Tomás G. Alea puede jactarse de haberlo conseguido con creces.

Su narración fílmica traspasa fronteras y, todavía hoy, es difícil encontrar a alguien que no haya sufrido personalmente la sensación de sentirse atrapado en los laberintos administrativos a partir de algún problema de lo más simple y elemental.

De oficina en oficina, de funcionario en funcionario -impresionante la caracterización psicológica de cada uno de ellos en apenas unos minutos-  las tribulaciones de Juanchín irán en aumento con cada una de las absurdas situaciones que le toca vivir.

Tragedia para el protagonista y divertidísima comedia negra para el espectador, es hora de tomar venganza.

Y las venganzas también pueden ser poéticas.


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