viernes, 27 de enero de 2017

HONDO (1953)

CORAMVOBIS, WAYNE



Interesante western en el que se combinan el romanticismo y la lucha contra los indios, si bien éste último tema se vislumbra como un alegato a su favor, justificando el por qué de sus acciones y, en cierta medida, dignificándolos.

Se trata de una historia sencilla en la que los valores inquebrantables del hombre de palabra, -y el mantenerse fiel a los mismos hasta las postreras consecuencias- conforman el universo idealizado del colonizador honesto en contraposición a la salvaje intervención mostrada en otros films.

Disfruta aquí Wayne de un papel creado a su medida. El héroe duro y a la vez tierno al que acompañan una impresionante presencia física y unos andares dignos de figurar en los anales del western.



Inolvidable la escena en que aparece caminando polvoriento con el rifle, la silla de montar y el perro. 



Ladies and gentlemen: Coramvobis Wayne.










sábado, 14 de enero de 2017

MILAGRO BAJO LA LLUVIA (1956)

AIRE FRESCO


Adaptada por el propio Ben Hecht -autor de la novela-, Milagro bajo la lluvia es una historia sencilla que conmueve al espectador desde los primeros fotogramas.

Romántica y melodramática, las almas perdidas que se encuentran, se enamoran y experimentan la felicidad quizás por primera vez en sus vidas, remueve sentimientos y hace aflorar lo mejor de nosotros mismos.

El destino, ese poder inevitable e ineludible, guiará los acontecimientos con la mano fatal de lo no escogido; pero aún así, nos dejará ese "milagro" que seguirá hablándonos de esperanza.

Magníficas las interpretaciones de Wyman -que traspasa la pantalla- y Johnson que se cuela en nuestras vidas como un soplo de aire fresco.





  

viernes, 13 de enero de 2017

LAS GARRAS DEL MURCIÉLAGO (1959)

LAS VALIENTES ANDAN SOLAS
Y no es para menos. 
Desde los primeros minutos Agnes Moorehead -escritora de novelas de misterio- enfrenta al asesino de garras afiladas con un aplomo digno de la que está de vuelta de todo y, pese haberlo visto dentro de su propia casa, se retira a reposar como si aquello no fuera con ella.

Es la palabra hecha acción que tantas y tantas veces hemos oído en las películas.
No sé si os habréis dado cuenta, pero siempre me ha resultado curioso que en los momentos de máxima tensión de algunas cintas siempre aparece alguien que dice: "Intenta descansar un poco" como si eso resultara posible.
Pues Agnes no necesita que se lo digan. Lo hace y punto.

Ese valor y parsimonia seguirá demostrándolo a lo largo de todo el metraje salvando con su arrolladora personalidad -y profesionalidad- una película que no pasa de aceptable.

Ni Vincent Price, siempre reclamo y baza segura en los fotogramas, consigue eclipsar a la que posteriormente se haría popular entre el público de los años 60 por su papel en Embrujada.

Y es que las valientes andan solas, como así lo demostró también en vida.
 


jueves, 12 de enero de 2017

MORGAN ROBERTSON

PROFETA

En 1898, catorce años antes de que el Titanic se hiciera a la mar en un día de abril de 1912, en su viaje inaugural de Southampton a Nueva York, se publicó una novela llamada Futility or the Wreck of the Titan sobre un trasatlántico de lujo que era indestructible, imposible de hundir y el más grande del mundo.

Como el Titanic, el barco de la novela tenía un casco triple, compartimentos estancos y podía navegar a una velocidad de 24 a 25 nudos; con sus 244 metros de eslora, era un poco menor que el Titanic (267), pero, con un desplazamiento de 70.000 toneladas, superaba al Titanic por 4.000.

Al igual que la del Titanic su lista de pasajeros estaba compuesta por lo más selecto de la alta sociedad inglesa y estadounidense y, naturalmente no había suficientes botes salvavidas.

En una noche fría de abril, el colosal barco de la fantasía choca contra un iceberg y se hunde en el fondo del Atlántico precisamente en su viaje inaugural entre Nueva York y Southampton.

El nombre de ese trasatlántico en la historia de Morgan Robertson era El Titán.

miércoles, 11 de enero de 2017

VENGANZA DE MUJER (1948)

LA SONRISA DE LA GIOCONDA



Muy interesante película en la que Charles Boyer da vida a ese personaje ambiguo -que tan bien se le daba- muy cercano al que posteriormente le valdría una candidatura al Oscar por Luz que agoniza.

Desde la primera escena, la zozobra se instala en la fila de butacas y nuestra complicidad se torna inherente hacia el protagonista porque los hechos se presentan descarnados e hirientes.


Poco a poco, la trama va desgranándose hasta llegar al delito que pone en juego toda la maraña de sentimientos, disimulos y duelos interpretativos en que los actores aprovechan al máximo el potencial de la historia.

Poco importa lo que intuyamos, hasta el final permaneceremos atrapados en el enigma que Huxley derivó en sonrisa de mujer.

La sonrisa de la Gioconda.