IDENTIDADLas procesiones y el cine poseen algo de universos paralelos.
El transcurrir de los desfiles con sus momentos de diferencia y repetición, los “primeros planos” ejecutados en las imágenes de Salzillo, la monotonía de los procesionantes que otorgan continuidad al relato y el público arremolinándose en torno al espectáculo.
Porque, no nos engañemos, estas imágenes rodadas en 1934 -anteriores a la Guerra Civil- cuentan con un bagaje carnavalesco del que ninguna procesión ha sabido quedar exenta hoy en día del todo.
De un tiempo en el que el nacional-catolicismo no había ejercido su acción iconoclasta sobre las interferencias doctrinales procedentes del paganismo, nos queda este testimonio visual en el que predominan las invenciones de personajes fuera de la doctrina y la mezcla de elementos paganos y cristianos.
El rito sobre el dogma que plasma la identidad de un pueblo.
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