Cuando ocurre una tragedia como la de Sandy Hook, los medios de comunicación comienzan a repetir como papagayos los tópicos habituales y deberían ser más cuidadosos en sus apreciaciones.
Dolido por la separación de sus padres, excéntrico, asocial, con síndrome de Asperger... la lista con que describen a Adam Lanza es larga.
Pero hijos de divorciados hay millones y, salvo en los casos de malos tratos o de convivencias familiares infernales, a la mayoría de ellos le habrá dolido más o menos que sus padres dejen de estar juntos. Pero no por ello se lían a tiros o a navajazos con sus semejantes. ¿Vamos a aprovechar esta tragedia para montar una campaña antidivorcio?.
También hay muchas personas que padecen el síndrome de Asperger, o que tienen problemas de integración en la sociedad, o que son extremadamente inteligentes, o que no se adaptan a según qué entornos. Ninguna de ellas se dedica a llevarse por delante a veintitantos niños y a sus profesores.
Entonces, ¿vamos a criminalizar a todos los que padecen Asperger, o a los misántropos, o a los de alto coeficiente intelectual?.
El tema de la venta de armas ya es bastante más delicado.
Mucha gente dispone de armas en sus casas: los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, los cazadores, los practicantes de tiro olímpico, y los familiares de todos ellos. Y tampoco la facilidad de acceso a las armas implica necesariamente que éstas vayan a usarse para causar masacres en un colegio. Qué, ¿contamos ahora que todos los que se relacionan con las armas son unos asesinos en potencia?
Normalmente, en este tipo de historias no existe una única causa, ni se puede explicar lo sucedido en términos de blanco o negro. Aprovechar el dolor y la reacción popular frente a estas tragedias para soltar cuatro tópicos más o menos manidos y más o menos progres o reaccionarios resulta, además de simplista, cutre e injusto.
Mi máximo respeto y condolencias para las familias de las víctimas de esta terrible masacre. Pero, como siempre, el tratamiento en prensa de este tipo de historias no puede ser más lamentable.
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