Mario Benedetti
El águila es un ave que puede llegar a vivir setenta años, aunque para poder llegar a esa edad, tiene que pasar antes por un difícil proceso.
En torno a sus cuarenta años, sus uñas se vuelven blandas, su pico empieza a estar demasiado deteriorado y le resulta difícil volar con unas plumas que se han hecho pesadas. En ese momento el águila puede dejarse morir o atravesar un proceso de transformación que dura en torno a cinco meses.
En ese trascendental cambio, el águila se retira a su nido ubicado en lo alto de una montaña. Allí golpea su pico contra la roca hasta que consigue arrancarlo. Después, espera a que el pico le vuelva a crecer y con éste se arranca las uñas. Cuando las uñas le crecen de nuevo, las emplea para arrancarse las plumas.
Entonces aún tiene que esperar a que las plumas le crezcan de nuevo antes de poder volar.
Después de superar este proceso de renovación, el águila puede disfrutar de otros treinta años de vida.
Los cambios que nosotros estamos experimentando no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Y para poder afrontar esta situación necesitamos una nueva manera de mirar la realidad. De la misma manera que el águila para poder sobrevivir se desprende de su pico, sus uñas y sus plumas, nosotros deberíamos desprendernos de las costumbres, ideas, tradiciones y temores que nos causan infelicidad y que no nos permiten vivir la vida que soñamos.
"Una pregunta bien hecha lleva la respuesta en la espalda, así como un caracol lleva su caparazón."
Deberíamos mantener la capacidad de formularnos las preguntas adecuadas porque éstas encierran el potencial para cambiar nuestro futuro para siempre.
La vida siempre sucede de dentro hacia afuera, recordémoslo.
En nuestras manos está asumir nuestra parte de responsabilidad.
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