Siempre he creído que adaptar para el cine o la televisión un cuento de Edgar Allan Poe resulta, cuanto menos, complicado.
Las visiones atormentadas que pueblan su intenso universo poseen una suerte de intimidad que automáticamente las eleva al estado de inherencia con el yo individual.
Y por ello sólo pueden ser admitidas e imaginadas desde la propia experiencia.
En El Trapero, Poe introduce al lector, sin prolegómenos, directamente sobre el drama, y así se nos presenta en esta más que notable producción perteneciente a las inolvidables "Historias para no dormir" de Narciso Ibáñez Serrador.
Ambiente sórdido y desasosegante que durante 74 minutos nos convertirá en testigos mudos desde una de las sillas de un miserable comedor.
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