lunes, 9 de septiembre de 2013

COSAS COTIDIANAS I



Ayer mientras viajaba en el autobús escuché  -difícil sustraerse a ello-  parte de  la discusión que mantenía la pareja sentada frente a mí.

Ella le decía enfadada que, si no lo hacía con gusto, era del todo innecesario que la acompañara al aeropuerto.
Él parecía cada vez más confuso y por más que trataba de explicarse, la situación no hacía más que embrollarse.

Ya caminando hacia casa me entretuve meditando sobre el "infierno barroco" en que a veces se convierten las relaciones entre los hombres.

Si pensamos con claridad sabremos que toda comunicación contiene siempre dos tipos de afirmaciones, esto es, tiene un plano objetivo y otro de relación.

Supongamos que una mujer pregunta a su marido:

"Esta sopa está hecha según una receta que no había probado nunca, ¿te gusta?."

Si le gusta, puede responder simplemente "sí", y ella se alegrará. Pero, si no le gusta, y además no le importa causar un desengaño a su mujer, puede responder simplemente "no". Pero la situación  -estadísticamente más frecuente-  es problemática cuando encuentra la sopa horrible, pero no quiere desilusionar a su mujer.

En el mencionado plano objetivo  -en el que se refiere al objeto "sopa"-  la respuesta tendría que ser "no"; en el plano de relación tendría que responder "sí", pues no quiere ofenderla.
Su respuesta no puede ser "sí" y "no", así que intentará alguna forma de salir de apuros, diciendo, quizá: "Tiene un gusto interesante" con la esperanza de que su mujer entienda correctamente lo que quiere decir.
Las probabilidades son escasas.


Trasladándonos a la discusión de la primera pareja, Una respuesta "correcta" por parte de él a un hipotético "¿me acompañas al aeropuerto?" sería: "Ir al aeropuerto en sí no me atrae en absoluto; pero por complacerte lo haré con gusto." 

Pues, incluso en el caso de que uno consiga responder de la forma indicada (¿y quién se expresa así hoy en día?), el otro puede convertir la situación declarando que sólo querrá aceptar el favor, si el primero está dispuesto a llevarle al aeropuerto también con gusto.
Y por muchos rodeos que éste dé al asunto, no se saldrá del plano objetivo y de relación.
Al final de este debate infructuoso estarán rabiando el uno contra el otro.

Tan cierto como un chiste pierde toda su gracia si se explica, también el "discursar" sobre las formas de relación humana lleva casi inevitablemente a problemas de siempre mayor tamaño.
La hora más adecuada para tales "coloquios"  -sin perder de vista otras-  sería ya entrada la noche. A las tres de la madrugada, aquel tema, a primera vista tan simple, se ha desfigurado hasta convertirse en irreconocible y los dos interlocutores ya han agotado su paciencia. Luego, es imposible que concilien el sueño.

Si queremos perfeccionar esta técnica y amargarnos la vida a propósito podemos contar con una especie determinada de preguntas y una categoría especial de exigencias.

Un ejemplo deslumbrante de lo primero sería:
"¿Por qué estás enfadado conmigo?", cuando el interpelado no tiene la menor idea de estar enfadado con el preguntador ni con nadie.
Pero la pregunta supone que el preguntador está mejor informado que el preguntado sobre lo que este último trama en su cabeza y que la respuesta "pero, si no estoy enfadado contigo" es simplemente mentira.
Esta técnica también se conoce con los nombres de "leer el pensamiento", "intuición" o "clarividencia" y es tan eficaz porque permite discutir sobre el humor que tiene uno y sus efectos hasta el día del juicio final, y porque decirle a uno que tiene unos sentimientos negativos pone rápidamente al rojo vivo a la mayoría de los mortales.

Otro truco consiste en hacer reproches al otro con tanta violencia como ambigüedad. Si éste pretende no saber qué quieres decir, entonces puedes cerrar el caso herméticamente dando esta pista adicional:
"Si no fueses como eres, no tendrías necesidad de preguntarme. El hecho de que ni siquiera sepas de qué te hablo, muestra a las claras qué mentalidad tienes."

En fin.
Lo que puede contestar el aludido se quedará para otro post.

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