LA COLUMNA DE SIMÓN(el surrealismo aplicado a la columna)
Después de tantos años habitada la columna de Simón se torna inservible.
El calor del desierto sirio unido a las bajas temperaturas nocturnas la han ido resquebrajando, y el desgaste producido por los naturales efluvios corporales de su morador la han convertido en una superficie resbaladiza e insegura.
Y también insalubre.
Atento a las necesidades del asceta y a sus requerimientos para alejarse lo más posible de las gentes que le visitan apartándole de la vida contemplativa, un rico devoto le obsequia con una nueva columna, esta vez de unos 17 m. con elaborado capitel y una suerte de barandal sencillo pero efectivo.
La ceremonia de traslado de uno a otro pilar se realiza con la solemnidad requerida en estos casos sin que falte la renuncia por parte de Simón a alguna que otra dignidad propia de la época y momento.
Una vez instalado, comenzará para el estilita el calvario.
A los intentos de desprestigio para socavar su santidad se unirán las constantes tentaciones de Satanás en un advenimiento camandulero de femenina apariencia.
La presión que en esos momentos debe soportar la columna se torna insostenible, el soporte desciende acercando al asceta, con cada nueva tentación, al suelo. Teóricamente debería de elevarse un poco más con cada lance victorioso, pero en los santos varones el efecto es el contrario, desciende.
Vanos serán los intentos de Simón de adoptar nuevas posturas para tratar de elevar su pilastra.
Una vez iniciado, el proceso resulta irreversible.
Dejarse llevar y abandonarse a su sino, será lo más recomendable.
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